José Ollé fue un hombre de prestigio, perteneciente a la primera época de la Universidad Laboral. Es lástima que hayamos tenido que esperar a su fallecimiento para expresar, aunque sea de pasada, su valía profesional y tratar de imprimir, al mismo tiempo, la tónica de un espíritu transparente, que evidenciaba en cada uno de sus actos. Él fue un honor y un estímulo. Catalán de nacimiento, asturiano de adopción, pertenecía a esa clase de hombres que no han recibido sus almas en vano, que viven de forma dinámica, valiente, con personalidad, que van dejando estelas luminosas de huella indeleble.
Dentro de la formación profesional, fue maestro de primera magnitud. Acicate de conductas, fue preciso convivir con él para percatarnos de su fortaleza y empuje; amaba su profesión por encima de cualquier otra consideración y los alumnos que tuvieron la enorme suerte de tenerle como guía saben de su valía y de la enorme calidad de sus enseñanzas, todo ello, a mayor gloria de la institución y para reflejo y formación de los educandos.
Ollé, con el que nos veíamos anualmente en la reunión de profesores eméritos, conservó siempre una gran pasión por la amistad, un afecto tierno y sincero por el centro que le acogió y en el que vivió momentos excelsos. Desde estas palabras que quieren ser homenaje a un símbolo de la enseñanza profesional, le dedicamos una oración, en señal de respeto y consideración. D. E. P.